Quizás no haya nada que represente de manera más taxativa a la producción como los galpones. Desde los cimientos estos edificios son construidos exclusivamente para el acopio, para la producción, para el trabajo, para brindar un servicio; no nacieron con un fin secundario ni ambiguo, y hay uno, en Trelew, que está preparando algo muy particular. Llego a una calle céntrica a la hora acordada y apenas me acerco al lugar me abre la puerta Horacio Sabatini, director de cultivo del 4 Almas, que me invita a pasar. Atravesamos la entrada hacia un hall con un sillón, una mesa y una cocina con un anafe que se usa principalmente para el agua del mate que Horacio no tarda en preparar, me ceba el primero y abre una puerta blindada que da a una sala en donde, técnicamente, comienza el espacio productivo de 4 Almas.
La primera sala es un espacio blanco con brotes y semillas en almácigos en diferentes estadíos de crecimiento. inmediatamente siento el calor y la humedad notablemente distinta de hace unos instantes y me obliga a quedarme en remera a pesar de estar recién saliendo del invierno. —Lo que ves es el esqueleto—me explica Horacio, —el cascarón del espacio, todavía nos queda por avanzar en las instalaciones pero ya montamos la estructura—. El galpón de cultivo de la ONG 4 Almas es el segundo prototipo de un ya exitoso primer ensayo, donde lograron diseñar y poner en funcionamiento un sistema de cultivo bajo techo adaptando tecnología local en un uso original; actualmente están levantando las bases del segundo proyecto innovador y peculiar en toda la zona: 4 Almas, además de ser la primera ONG de cultivo de cannabis reconocida como tal en la patagonia, es la única con un desarrollo de cultivo por hidroponía pionero en la región. Al mirar alrededor resulta difícil imaginar que estamos dentro de un galpón de 190 metros cuadrados; lo que nos rodea es una suerte de casa laboratorio con un salón inicial -en el que estamos- que se conecta a los restantes siete mediante un pasillo central, la columna vertebral que une cada espacio y hacia la que avanzamos dejando atrás la sala de vegetación con sus plantines y su humedad.
A diferencia de la sala de vegetación el pasillo está en semi penumbras -aunque se nota el blanco de las paredes- lo que da ese contraste visible de etapas, de lugar que está en elaboración y que es palpable también a través de la proyección que me cuenta Horacio —Esa va a ser la sala de bombeo— y me señala una habitación a nuestra derecha, luego nos movemos al sentido contrario por el pasillo hasta la sala de cultivo, la única que actualmente está en funcionamiento.
La sala de cultivo N°1 contiene alrededor de veinte plantas de cannabis en un estadío de crecimiento avanzado, por ser cosechadas en pocas semanas. Es un salón -el primero de cinco- enteramente diseñado con una función principal que es servir de cobijo para el crecimiento de las plantas. Las salas restantes son una réplica de la N°1 que cubren, cada una, alrededor de veinte metros cuadrados. Por encima de las habitaciones, o sea, entre el techo que vemos y el techo del galpón, hay un sistema de ventilación conectado con el exterior para garantizar la correcta oxigenación y recambio de aire; adentro, el sistema comienza por aparatos que logran una corriente suave que mantiene las condiciones del ambiente para una correcta simbiosis de los nutrientes por parte de las plantas. Técnicamente este proceso se mide mediante el índice VPD o Déficit de Presión de Vapor, que en criollo sirve para medir la humedad en un entorno de cultivo hasta alcanzar el número dorado, el parámetro en donde las plantas desarrollan todo su potencial de tamaño.
La iluminación como es de esperar también está artificialmente montada en bandejas de luces led que cubren prácticamente el total de la habitación, como un segundo techo de puntos de colores. Lo otro que cubre toda la habitación son las plantas de alrededor de metro setenta de alto rodeadas por una red para sostener su peso ya que están cultivadas en un sustrato líquido dentro de tachos, uno por planta. Los tachos están conectados en red por dos sistemas de tuberías plásticas a un tacho de alimentación en la parte exterior de la sala de cultivo. Esta instalación es el núcleo, el corazón del sistema de hidroponía y es el punto diferenciador con otros modelos de cultivo regional, y todo nació de la cabeza —y las manos— de Horacio.
Para llegar a la definición de que la metodología de cultivo de 4 Almas es la hidroponía y especificar su tipo llamado Recirculated Deep Water Pools, o método de las aguas profundas en recirculación, Horacio tuvo que recorrer un camino que fue un brebaje de curiosidad y aprendizaje formal, empírico y autodidacta, en donde puso en juego su formación en un colegio técnico, lo que le dio el ojo para adaptar el proceso a partir de materiales locales, con el aprendizaje constante del cultivo de cannabis —es una metodología muy nueva que requiere mucho control, y bueno, es ahí donde está la mayor de las de las virtudes— explica Horacio, parado frente al tacho que está fuera de la sala de cultivo N° 1 y que es la boca por donde se alimenta al total de las veinte plantas, control y virtud, y veo que por encima del tacho hay un tablero digital que mide y muestra con pericia la electro conductividad, temperatura, PH, y virtud, el crecimiento de las plantas es innegablemente rápido y descomunal, disparatado.
El galpón de 4 Almas tal cual funciona hoy logra abastecer de cannabis medicinal a más de cien personas a través de un sistema de cultivo en donde la planta siempre está vinculada y en contacto con el agua durante todo el proceso, sin pasar por sustrato o por tierra. Si el cultivo de cannabis te lleva a un aprendizaje constante, el cultivo en este tipo de metodologías más aún porque lo complejo es poder manejar el agua responsablemente, no desperdiciarla y utilizarla de manera inteligente y eficiente; no es imposible pero sí es complejo, reflexiona Horacio, mientras nos dirigimos al sistema central de irrigación de aguas del espacio, un grupo de cilindros cónicos que distribuyen y recepcionan mediante bombas el total del líquido que se administra a las plantas, como aurículas y ventrículos, para garantizar la alimentación contínua de la producción.
Hoy por hoy el sistema hace circular 440 litros semanales pero es apenas la primera etapa; para el momento en el que el galón esté totalmente montado van ser una anécdota ya que se van a necesitar maquinarias capaces de bombear alrededor de 2.200 litros, un verdadero corazón productivo con todas las metáforas que pueden caber. Según la Cruz Roja de Argentina, una persona necesita en promedio 16 litros diarios para hidratación e higiene, número que varía de lo informado por la Organización Mundial de la Salud que dicta un margen de más de 50 litros de agua por día, brecha que si adaptamos a una familia tipo nos dá una mínima de casi 2.000 litros y una máxima de 6.000 litros diarios, variable dentro de la cual el galpón productivo resulta poco significativo teniendo en cuenta que los 2.000 litros son semanales —Cuando podamos instalar un filtro de ósmosis vamos poder reutilizar el 100% del agua— aclara Horacio.
A los lados del pasillo se ven en claro oscuro las habitaciones como bocetos de lo que vendrá.
El plan es el siguiente: montar las próximas cuatro salas de floración a imagen y semejanza de la N°1, además, para procesar la materia vegetal se necesitan dos espacios fundamentales que son la sala de manicurado y, además, la sala de secado, además de la sala de bombas para alimentar todo el proceso. —Además queremos hacer visitas guiadas a nuestras instalaciones para que conozcan nuestro proceso productivo— recita Horacio, todo, con tono de promesa cumplida que fuerza mi vista y me hace ver a los seis empleados diarios que van a requerir como planta permanente las cinco salas de cultivo y sus veinte plantas, más los refuerzos para crimero durante las cosechas, todo matizado por el suave run run de los motores de la sala de bombas.
Lo cierto es que el tipo de empleo requerido es calificado y están contemplados los ciclos de capacitación dentro del proyecto que no es lineal pero sí abarcativo y que se vuelve sinuoso para cubrir los diferentes aspectos que garantizan su funcionamiento. Cualquiera que haya emprendido algo entiende lo multifacético necesario y que, en el caso de 4 Almas, es el añadido extra de su experiencia con el primer galpón de cultivo cuyo aprendizaje se resume en la palabra hambre. —Aprendimos un montón del anterior proyecto a este, teníamos más espacio y no hicimos buena estructura, si hubiéramos hecho más salas hubiéramos conseguido cosas más rápido que ahora se están dando. Estamos laburando a un nivel mucho mayor que antes, por ende ahora vamos por el máximo de nuestra capacidad productiva—.
Estamos nuevamente en el hall tomando otra ronda de mate. Yo estoy con el pullover puesto porque el frío post invernal todavía se siente pero es lo único que mira hacia atrás, el resto, no deja de avanzar.